En tiempos tranquilos, cualquiera puede llevar el timón. Pero cuando soplan vientos fuertes, solo quienes están realmente preparados pueden mantener el rumbo. Hoy, las empresas enfrentan una tormenta constante: una economía global que cambia rápidamente, marcada por la incertidumbre y la inestabilidad.
Pandemias, conflictos armados, inflación, disrupciones tecnológicas, crisis climática. El escenario es complejo y, sobre todo, incierto. ¿Cómo están respondiendo las empresas? ¿Qué decisiones están tomando para adaptarse? Y, lo más importante, ¿cómo logran hacerlo sin perder su esencia?
Como advirtió el economista John Maynard Keynes:
“El mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente.”
Este artículo explora cómo muchas organizaciones están aprendiendo a vivir —y avanzar— en esta nueva realidad.
Un nuevo contexto: más que una crisis, un cambio de era
La incertidumbre de hoy no es simplemente pasajera. Estamos viviendo un cambio profundo en cómo funciona la economía global. La pandemia de COVID-19 nos mostró la fragilidad de nuestras cadenas de suministro. La guerra en Ucrania elevó los costos de energía y alimentos. Las tensiones entre potencias como China y EE. UU. han alterado el comercio. Y, al fondo de todo, el cambio climático exige transformaciones urgentes.
La economista Mariana Mazzucato lo expresó así:
“Las crisis revelan lo que estaba roto desde antes.”
No es que todo haya empezado a fallar ahora. Muchas empresas ya estaban expuestas, y solo ahora lo estamos viendo con claridad.
Estrategias reales para tiempos difíciles
Frente a esta nueva normalidad, las empresas están dejando atrás las soluciones rápidas. Lo que funciona hoy son estrategias sólidas, éticas y sostenibles. Aquí te compartimos algunas de las más efectivas.
Diversificar para reducir riesgos
En lugar de depender de un solo mercado o proveedor, muchas compañías están diversificando. Por ejemplo, Apple está trasladando parte de su producción a India y Vietnam para no depender exclusivamente de China.
Además, se está dejando atrás el famoso modelo “justo a tiempo”, que funcionaba cuando todo era predecible. Ahora, las empresas prefieren tener márgenes de seguridad, con más inventario o proveedores alternativos, por si algo falla.
Aprovechar la tecnología de manera inteligente
La digitalización dejó de ser una opción. Hoy es una necesidad. Herramientas como la inteligencia artificial, el análisis de datos o los sistemas automatizados ayudan a las empresas a tomar decisiones más rápidas y acertadas.
Amazon, por ejemplo, utiliza inteligencia artificial para ajustar sus inventarios en tiempo real y optimizar rutas de entrega. Esto le da una gran ventaja en momentos de incertidumbre.
Sostenibilidad: algo más que una buena imagen
Cada vez más empresas entienden que ser sostenibles no es solo “hacer lo correcto”, sino también una buena decisión de negocio. Unilever ha demostrado que sus marcas sostenibles crecen más rápido que el resto. Cuidar el medioambiente, tener relaciones justas con los empleados y gobernar con transparencia ya no es opcional: es clave para sobrevivir.
Peter Drucker, considerado uno de los grandes pensadores del management, lo resumió perfectamente:
“La mejor manera de predecir el futuro es crearlo.”
Liderar con humanidad: el valor de las personas en tiempos inciertos
Hoy no basta con liderar bien un negocio. Hay que saber liderar personas en medio del cambio. Las empresas que mejor están afrontando esta etapa son aquellas que ponen a las personas en el centro.
Comunicar con claridad y empatía
En momentos difíciles, la confianza es fundamental. Las empresas que hablan con franqueza, que explican sus decisiones y que muestran sensibilidad, ganan el respeto de sus equipos, clientes y comunidades.
Ser ágiles sin perder la esencia
El mundo cambia rápido, y las empresas deben poder adaptarse con la misma velocidad. Spotify, por ejemplo, organiza su trabajo en pequeños equipos autónomos, llamados squads, que pueden moverse con agilidad sin perder la dirección general. Es una forma de dar respuesta rápida sin renunciar a la coherencia.
Ética y propósito: más importantes que nunca
Las crisis también son una prueba moral. No todas las empresas actúan igual cuando hay que tomar decisiones difíciles. Algunas optan por el camino fácil. Otras, por el correcto.
Cuidar a quienes hacen posible la empresa
Durante la pandemia, Microsoft decidió extender beneficios a sus colaboradores externos, reconociendo que todos forman parte del ecosistema de la empresa. Fue un gesto que marcó la diferencia, no solo en imagen, sino en cultura organizacional.
Estar presentes donde más se necesita
Muchas empresas están comprometidas con las comunidades en las que operan. Apoyan programas de educación, salud, empleo. No lo hacen solo por reputación. Lo hacen porque entienden que el desarrollo compartido es la única base real para construir el futuro.
Como dijo Kofi Annan, ex secretario general de la ONU:
“Las empresas que entienden que hacer el bien también es un buen negocio, marcarán la diferencia en el siglo XXI.”
Adaptarse con propósito
Nadie sabe con certeza qué pasará mañana. Pero sí sabemos que las reglas han cambiado. Lo que antes funcionaba, hoy ya no basta. Las empresas necesitan adaptarse, sí, pero sin perder sus valores. Ser más humanas, más conscientes, más sostenibles.
No estamos simplemente sobreviviendo a una tormenta. Estamos aprendiendo a navegar un mar nuevo. Quienes lo hagan con visión, con responsabilidad y con ética, serán las que lideren la reconstrucción de un modelo económico más justo y resiliente.
Y como bien dijo Charles Darwin:
“No es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor se adapta al cambio.”